De un muro con fotos a múltiples opciones, eventos, páginas oficiales...Facebook, a pesar de sus esfuerzos, hace tiempo que dejó de ser sencillo. Lo intenta, pero es farragoso. Más de 1.230 millones de usuarios tienen un perfil en el invento de Mark Zuckerberg, pero, ¿qué tendrían que mejorar?
El móvil: La gente se conecta desde el teléfono y todavía no ha conseguido una experiencia satisfactoria. La versión web tarda en cargar y no siempre se adapta al terminal con acierto. La aplicación oficial tiene limitaciones.
Las aplicaciones: en plural, porque son multitud. Desde Poke, a la oficial, otra para gestionar páginas y ahora se suma Paper, una gran promesa, pero siguen sin tener una unidad clara. Crear una aplicación para limitarla no tiene mucho sentido, sin embargo, una vez que se pone una etiqueta en una foto, no se puede eliminar desde el móvil, sino que hay que ir al escritorio. Lo mismo sucede con las notificaciones. La más criticada, sin duda, es Messenger.
Mensajería: No consiguieron comprar Snapchat. El ascenso de WhatsApp y Line les ha cogido con el pie cambiado en el mundo de la mensajería instánea. Su Messenger, colmado de pegatinas de todo tipo, intenta ganar adeptos en un campo en el que ya se han repartido las cartas. Resulta muy extraño recibir una notificación en el móvil, en la aplicación principal, abrir el mensaje y tener que saltar a la aplicación Messenger para contestar. Por no hablar del banner en la parte superior incitando a invitar a amigos a instalarlo. Quizá demasiado insistente y agresivo.
La privacidad: Se puede acotar el alcance de un post, decidir quién lo ve o no, pero resulta algo farragoso cambiarlo con cada publicación.Además, sigue teniendo un gran agujero, en la columna lateral izquierda, desde el ordenador, la pestaña de actividad invita a ver las últimas acciones de alguien. No tendrían más importancia, si no pusieran datos como las últimas canciones escuchadas en Spotify, el nivel deCandy Crush que se acaba de superar o el muro en el que se ha puesto el comentario. Es parte de la red social, pero se pasa de indiscreto.
Cambios sorpresa: Cuando parece que está bajo control, llega un nuevo cambio. Sucedió con los post patrocinados por parte de particulares, que pronto desaparecerán, con la nueva portada que incluía un friso con fotografía apaisada y creó gran alboroto cuando se introdujo el Timeline. Facebook no termina de saber comunicar los cambios. El gran incendio fue, precisamente, cuando al poder volver al pasado con facilidad quedaron al descubierto conversaciones que, aunque eran públicas, habían caído en el olvido. En septiembre de 2013 el malestar fue mayúsculo.
Los que se van: Facebook no lo pone fácil para irse y desaparecer del todo. El proceso es farragoso, lleno de preguntas. El perfil se desactiva, pero no se elimina. Si decide volver, se puede volver a reactivar todo lo que se hizo. El argumento que usan es que cada vez más usuarios se toman un descanso temporal, pero después agradecen seguir donde estaban.
Los que se van para siempre: Cuando alguien muere el perfil suele quedar inactivo. Si se notifica se puede reconvertir en un ‘memorial’, o lugar para rendir tributo y recordar al amigo fallecido. Se conoce poco y es necesario mostrar un alto grado de cercanía para activarlo. La consecuencia es que nos reaparecen los amigos muertos en cumpleaños cercanos. Sensación extraña...
Difícil limpieza: Es muy sencillo hacer clic y decir que nos gusta la zapatería del barrio, la tienda de ultramarinos del pueblo o el grupo musical que estuvo de moda hace demasiado tiempo como para recordar sus melodías. Lo difícil es, tiempo después, hacer recapitulación y limpiar el perfil. Esto también sucede con las etiquetas de amigos, invitaciones a eventos o participación en grupos.
Comprar y cerrar: Cuando ha hecho falta, Zuckerberg ha tirado de chequera para hacerse con tecnología y servicios. Así sucedió con Push Pop Press, la empresa de Mike Matas, y lo mismo con Friend Feed, Friendster o Snaptu. Es una buena forma de hacerse con trabajadores creativos y patentes, pero también de aniquilar la competencia o cerrar servicios que podrían hacerle sombra.
Registro universal poco claro: La idea de usar Facebook como registro para aplicaciones y servicios suena bien, es cómodo y ahorra tiempo. No lo es tanto cuando nadie tiene muy claro cuánta y qué información se toma del perfil y los contactos, ni qué hace la aplicación relacionada con ello.
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